sábado, 29 de agosto de 2009

Héroes

Las risas se agotan y la marea regresa. En esos momentos, hasta la tonta felicidad del rastro te puede parecer jodidamente mejor que seguir peleando.

En los cómics es distinto: Los héroes dan una paliza al malo y salvan al mundo, y auque nadie lo sepa, en el fondo todo el mundo esta agradecido. Y hay risas al final y ahí acaba todo.
Final feliz y besos, joder.

En la vida real todo es más difícil, porque hay que llegar a salvar el mundo y mantenerse, y aguantar la caída y los momentos de bajón y, si eres lo suficientemente fuerte, respetas tus propios principios y no te conviertes en el malo de la historia.

Así pues, según se mire tiene mucho más merito y mola más ser una persona normal. Mucho mejor que el hijo de puta de Superman, que solo es un tipo con leotardos y unos poderes que te cagas de buenos.

Porque a largo plazo todos somos humo y polvo, y lo que importa de veras son las decisiones que tomaste y los cojones que pusiste para hacer bien las cosas. Y eso no es algo que nadie te pueda quitar.
Ni el puto Lex Luthor, joder.

martes, 25 de agosto de 2009

Miedo y rabia

Como satélites en orbita, nos movemos y relacionamos según reglas ya escritas.

A veces, a base de fuerza de voluntad ignoramos las reglas y cambiamos el curso de los eventos, pero en esencia, cambiar las reglas es un acto agotador con tendencia a la futilidad.

Existe el equilibrio y existe la ecología en nuestras acciones. Y aquel que por mera soberbia intente violar las dinámicas ya establecidas, es un necio y malgasta sus fuerzas buscando humo.

Los grupos y las empresas, como organismos, tienen sus cadencias, sus dinámicas particulares, sus santos y sus demonios. Así, cada grupo es un mundo de fuerzas inestables que se alimentan entre sí, y la forma más tonta (y normalmente la más común) de joderlo todo es quitar uno de los tornillos a la máquina y esperar, con cara de iluso convencido, a que todo el edificio se venga abajo.

Yo sé esto. Soy listo y veo. Pero saber y ver no valen una mierda cuando lo que desearías es meter una palanca en el engranaje de la realidad, cambiar el mundo y corregir algunas putadas.

Y cuando tenga las suficientes pelotas, y aprenda a ver realmente bien, agarraré por sorpresa a la Muerte una noche y le diré algo del estilo: -A ver, hija de puta, dime por qué te llevaste a mi perro y a mi abuelo...
Y escucharé lo que tenga que la Muerte tenga que decir.
Porque puedo ser un capullo sin paciencia, y un soberbio que echa de menos a su abuelo muerto, pero no soy tan capullo como para no escuchar lo que la gente dice, aunque sea una tramposa tan grande como la Muerte.

jueves, 20 de agosto de 2009

Silencio y risas

Un juego de cartas a varias tandas: El pequeño mira la partida, pero no entiende, y es amablemente invitado Por los mayores.

El dinero es lo primero, y es lo segundo. Y cualquier imbecil empieza a plantarse qué coño pinta el tema del trabajo en todo ello.
El trabajo, si tienes suerte, recubre toda la búsqueda con un halo de ritual y moralidad, porque el dinero viene y se va, y si no tienes algo a lo que aferrarte, el vacío que acecha puede arrancarte las pelotas de un zarpazo.

Pero, supongo, deben haber docenas de formas de lograr dinero, para quien posea audacia y no le importe arriesgar el alma.
Así, la mesa de juego siempre está abierta a nuevas apuestas, y los adultos juegan y los niños miran, fascinados por los gestos de los mayores y el juego y las apuestas, y el vacío donde aguarda la nada, esperando la caída de todos y cada uno.

domingo, 16 de agosto de 2009

El amnios

Toboganes y columpios.
Lacasitos en el suelo, callados cómplices de la gula liberadora.

El mundo se mueve a mis espaldas: Sonidos veloces que cortan el aire. ¿En qué año estoy? La cuarta dimensión se escapa fluida entre mis dedos, apenas perceptible por mis sentidos.

Viajero de los sueños, soy joven y soy viejo. Anclado por el azar al parque de todas nuestras infancias, donde nuestras primeras sonrisas y berrinches quizás nos definieron para siempre.

Ante mí veo un niño jugando. Épicos esfuerzos por encaramarse a una de las extrañas estructuras lúdicas que el ayuntamiento instala, y me pregunto calladamente si ese niño eres tú o soy yo, y si aún conservamos alguno de los dos la locura y la magia que ese niño posee.

Pero el tiempo se acaba, y soy absorbido de nuevo al espacio sin nombre, donde una vez nos encontramos, y nos encontraremos todos al final.
La fábrica de lacasitos, toboganes y columpios. Y estructuras lúdicas aún más extrañas donde demostrar nuestro aguante y locura...

domingo, 9 de agosto de 2009

Dentro del perimetro

La lluvia caía indolente en la superficie de cemento y alquitrán de la base, formando charcos irregulares.

Rubén fumaba en la noche, a escasos metros de la entrada norte del edificio central, junto con uno de sus compañeros.
Los trajes impermeables de color verde resultaban demasiado grandes e incómodos y ocultaban de manera periódica las facciones de los técnicos. Objetivamente y bajo la luz del tenue foco, pensó el joven, debían tener aspecto de auténticos gilipollas.

-He presentado mi carta de renuncia.- Reveló Sergi -El próximo mes regreso a casa.

La noticia explotó como una granada en el ánimo de Rubén.
-Esa es una noticia de mierda.- Le acusó, intentando establecer contacto visual: Sergi se mostraba indiferente y cansado.
-Supongo. Me he cansado de viajar y mojarme el culo.- Su rostro se ganó la empatía de su interlocutor, que terminó por asentir comprensivo. -Te echaremos de menos.

Ambos hombres se observaron en silencio.
Rubén recordaba una docena de historias y anécdotas. Toda la pandilla usando los proyectores holográficos de Formación para ver la liga de futbol mundial, Sergi y él hackeando los cortafuegos y barreras corporativas para hablar vía Net con sus familias...
A distancia vio a Mike, el jefe de seguridad del proyecto, dando una revisión rápida al perímetro, comprobando las alambradas y los sensores.

Sergi retomó conversación, incomodo con el silencio. -En realidad pensé que tú también te irías. Después de lo de Diego.

-El intento de suicidio de Diego fue una mierda muy grande.
Fallo de selección, error de Recursos Humanos. Llueve sobre mojado.- Sergi pareció disfrutar de la crítica a los memos de la estructura corporativa, y rió calladamente, echando la cabeza hacia atrás.

Una vez recuperó el equilibrio, prosiguió el hilo:
-Este proyecto es basura y lo sabes. Hace semanas que este lugar se esta viniendo abajo.
-Un proyecto de mierda en un lugar de mierda. ¿Que hay de nuevo? ¿Sabes como estaban las apuestas en la central cuando vinimos? 5 a 1 a que este asunto caía en dead end antes de 3 meses. Y lo hemos hecho, joder. Durante un año. Todos los putos días...

Esta última parte pareció devolver el ánimo a su compañero, que esbozó una sonrisa torcida. -Somos buenos, ¿verdad?
-Somos buenos, joder. Jodido brillo condensado y encerrado en trajes baratos...
Su compañero volvió a reír, con ganas, olvidando la selva, los reportes y demás basura. Rubén mantuvo una sonrisa franca y triunfante.
Le gustaba ver reír a su amigo. Le hacía sentir menos frío en su interior.

En la periferia de su rango de visión creyó ver un conejo gigante de color amarillo. Un pequeño escalofrío le sacudió.
Quizás no sea nada, se dijo. Quizás solo sean los efectos secundarios de la droga estimulante que llevamos consumiendo desde hace meses.
En cualquier caso, ver Bugs Bunny gigantes no tenía importancia. Ninguna importancia.
En las últimas semanas había visto cosas peores.

Sentía que la paranoia se iba convirtiendo poco a poco en su traicionera compañera de cama. Y para colmo, al paso que iban las cosas, dentro de poco ni siquiera tendría nadie con quien salir a echar un cigarro a las 2 de la mañana...

Jodido, ¿verdad?